lunes, 4 de febrero de 2008

Crónica de un cordobés en el pregón de Cádiz'08

Cómo diría la cuarteta de los carapapas... "¡Bienvenidos al sábado de carnaval!"

Desde que me enteré en su día que Antonio Martinez Ares iba a morir definitivamente, y sobre todo, carnavalescamente hablando, con su pregón, supe que tenía que ir a verlo. Y ayer, llegó el día.

Desde primera hora de la tarde, mis pies se encontraban paseando por Cádiz: la plaza del Falla, San Antonio (en la cuál sería el pregón), La Viña, la plaza de la Catedral, Puertatierra, son las 15:30 y has venido hasta aquí para nada porque ya se acabó el carrusel de coros... Pues nada, a comer, que ya es hora. Tras pasear otro ratito, encontramos un sitito donde comer un poquito de pescaito y alguna cosilla más, y descansar brevemente de tanta caminata. Ya nutridos, ¿saben qué? Que volvimos a pasear... vueltecita gaditana hasta que de nuevo acabamos en el coche, esta vez para recoger los pequeños condimentos que nos convertirían en unos piratas-urbanos (más urbanos que piratas), porque así lo quiso Dios, o más bien, el pregonero. Decir que hasta este momento, es verdad que no había mucho ambiente carnavalesco (un servidor, que pensaba que desde por la tarde la gente andaría pa'rriba y pa'bajo carnavaleando, escuchando coplillas aquí y allá... pero no).

Otro caminito nos dejó ya en la gran plaza de San Antonio, a la espera y reposo de que llegara el pregonero. Llegaban piratas de todos los rincones, y si bien no era toda Cádiz, si que una mayoría se decantó por hacerle algo de caso al Pregonero. Y anocheció...

Las pantallas gigantes que había a ambos lados del escenario empezaban a retransmitir las entrevistas de Onda Cádiz, y el propio pasacalles del pregonero. Y las luces de la plaza, tras un rato de cachondeo, se apagaron.

Una banda desde la Calle Ancha marcaba el ritmo. Los coches clásicos, de época, portaban a las ninfas, que tiraban papelillos a diestro y siniestro. Un foco de luz alumbraba por toda la plaza diferentes puntos, y a los integrantes del propio pasacalles, hasta que llegó el pregonero, en su carroza pirata:



Una pequeña orquesta pirata se situó en sus puestos, la luz se oscureció en el escenario y el humo lo inundó...



El espectáculo comenzaba, la pequeña comedia musical de Martinez Ares, su esquela en un periódico que todos los que estuvimos ayer en San Antonio, para la desgracia de muchos, leímos.

Las cuartetas, presentaciones, rumbas... de varias de sus grandes comparsas fueron interpretadas excepcionalmente por Miguel Nández (Presentación de La niña de mis ojos), Queco (Cuarteta del popurrit de La Ventolera creo recordar, que siendo paisano, podía haberse ahorrado de cantar porque vaya tela... la excepción, simplemente eso), Ramoni (Cuarteta final de La calle de la mar, de puro lujo) y el cantaor (para mí desconocido, pero que bordó el tema) Guillermo Cano (Cuarteta de La niña de mis ojos) y la pareja formada por Jesús Cortés (¿?) y Tamara Beardo, la capitana, creo, de la comparsa de las niñas el año pasado (Rumba por cada mirada). Acompañados todos ellos en su momento por la comparsa de Barbate, que sóno divinamente, la verdad.

El teatrillo que desarrollaba y daba pie a estas cuartetas, no estuvo excento de multitud de puyitas irónicas contra rivales comparsistas, pregoneros pasados, antiguos compañeros de comparsa, y un largo etcétera, que sin decir nombres, todo el mundo reconoció (y otros tantos que si que dijo nombre, y no hizo falta imaginar). Antonio estuvo algo sobreactuadillo en muchos momentos, pero bueno, había que dejarlo que era su día.

Como momentos para mí gloriosos y que siempre guardaré, pues ese principio de Antonio sentado en el escenario tocando la guitarra, disfrazado de pirata; el entierro de un pirata, que no era sino su propio entierro carnavalesco (que si llego a saberlo, habría grabado, esperemos pronto esté el pregón por internet), las partes de los artistas invitados (Ramoni, Nández y Guillermo Cano, y las partes de Tamara, los otros dos pa'charlos); y el final, cuándo el pregonero dijo "...los duros antiguos son vuestros..." y miles de monedas de chocolate brotaron de diferentes puntos de la plaza en dirección al público.

Habrá quién diga que el pregón fue una auténtica porquería, pero Antonio quería hacer lo que ahora está preparando con sus proyectos, un musical. Y bien es verdad que había partes, como su última letra inédita a Cádiz, fueron pasteladas tipo Disney, pero ¿y qué?, el resto fue precioso, con buenos puntos de humor, críticas, y alabanzas a la tacita. Quizás sea porque soy un carnavalero de puertatierra pa'ca, enamorado de las letras de Ares, pero.... Cádiz, hoy te escondes para que nadie te vea que lloras, porque tu hijo no va a venir más.

El pregón, desmenuzado instante por instante, en el Diario de Cádiz, y completo en video, en Google Video.

Se acabó el pregón, dónde la gente no se implicó en diferentes momentos tanto como yo quizás esperaba (un pregón de carnaval, los duros antiguos, y ¿no canta to' el mundo? Algo fallaba...) y partimos en busca de escuchar alguna letrilla más. Eran las 21:40 aprox. y viví todo lo que cantaban, como mencioné anteriormente, la letra de los carapapas. Los dos canis haciendo ritmos, otros tantos dando por culo y metiéndose con todo el mundo (momento estúpido el que protagonizó uno angango metiéndose con un mimo, el cuál le dió sin una sola palabra un buen repaso con humor y mucha paciencia), las niñas vestidas de gatitas... y mucha, mucha gente, doblá.

Pero bueno, también había multiples rincones donde los coros se partían el pecho, lugares dónde la gente estaba disfrutando del carnaval como si fueran niños, esperando que en la Palma empezarán las agrupaciones...


Y bueno, ya era tarde, llevabamos todo el día andando, y ya tocaba coger caminito de nuestra ciudad califal. Una última mirada atrás...

...y ojalá que el año que viene pueda volver a disfrutar del rincón de los gaditas por carnavales.

Y un hasta siempre al Niño, porque más de uno se arrepentirá de lo que lo ha criticado, más de uno se arrepentirá de haber dicho que la fiesta no lo necesita, más de uno, y él mismo, por haber hablado tantas cosas que jamás debría haber dicho ni hecho, a estas alturas...
Hasta siempre Niño, hasta siempre...

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