jueves, 9 de noviembre de 2017

Especial "Cincuenta sombras de Martín". Capítulo I


Cincuenta años no se cumplen rodeado de coplas siendo el autor más laureado y el más longevo de la Historia del Concurso Oficial de Agrupaciones sino le has dedicado tu vida a ello. Por eso, nosotros también queremos rendirle el merecido homenaje que muchos ya le han hecho en forma de copla o de artículo. Así, presentamos "Cincuenta sombras de Martín". Será un especial por entregas en el que desgranaremos la obras del autor de San Vicente que compuso, ni más ni menos, que cincuenta comparsas de su autoría plena, que empezó en el año 69 con las Fiestas Típicas Gaditanas, que eran en mayo, y que se retira en 2017 cuando las redes lo han absorbido todo.

La vida carnavalesca de Antonio Martín gira alrededor del El Gavilán, bar donde se paraba el Carnaval de la época a cantar y comentar coplillas de la fiesta que más les gustaba. Ahí trabó amistades varias teniendo apenas dieciocho años, edad a la que compone un tercer premio como fueron Los mayordomos:


¿Se estaba perdiendo el tanguillo gaditano allá por 1968? Aún lo tenemos en la memoria de tanto como hemos escuchado ese verso. Y es que entrar directamente al Olimpo siendo el nuevo del corral es algo no solo meritorio sino digno de destacar.
Al año siguiente, el nivel no decae y, con Los nuevos aristócratas, justamente un año después, vuelve a conseguir el bronce. Precisamente de esa agrupación es la foto que encabeza este primer capítulo.

Año redondo, 1970, fue el año en el que Antonio Martín dio un golpe en la mesa con Los tarantos, comparsa flamenca de las del gusto del autor, muy al estilo de la época y que dio un verdadero pelotazo enfrentándose contra lo más laureado de esa época. Eso sí, el grupo era distinto porque el coplero ya se sabía con posibilidades:



Un segundo premio es el que le valen Los porteños, la comparsa que lleva en 1971 con sones argentinos, con un tipo que a Martín le encantaba y que su grupo apoya en sacar. No se equivocaron porque volvieron a triunfar entre crítica y público que era, todo hay que decirlo, muy exigente y que no se casaba con nadie:


Es menester recordar que en esos años los rivales no eran moco de pavo. Si ahora vivimos una época esplendorosa de la comparsa, en estas fechas la cosa no es distinta: el gran Paco Alba -creador de todo esto- campa a sus anchas por un teatro Falla enfervorecido por sus coplas. Además, Enrique Villegas y Pedro Romero siempre están a la zaga con composiciones de categoría. El segundo, además, se jugaba el cuello con la censura prácticamente cada vez que su grupo abría la boca lo que le solía valer los aplausos del público más politiquillo. 

Con Los Aventureros comienza la trilogía de primeros premios que el autor de San Vicente conseguiría en los años 72, 73 y 74, siendo esta gesta únicamente alcanzada por el ya retirado coplero. Sí, tres primeros premios seguidos con poco más de veinte años y un grupo de expertos comparsistas que se desvivían por él, que lo apoyaban y lo animaban a que le diera rienda suelta a ese volcán de creatividad que era el Martín de esa época del que, dicen, era capaz de llevar decenas de letras en apenas unas semanas de ensayo. No reprimía su flujo creativo y así le fue. 

Llegamos a Capricho Andaluz (1972) y nos detenemos para contarles una de las de historias que ha perseguido a Antonio Martín toda su vida. Y es que los maledicentes han dicho siempre que odiaba a Paco Alba cuando el es, y así se reconoce, admirador del autor conileño y seguía sus composiciones para cantarlas en las jaranas que hicieran falta. Pero la noche de la Gran Final de ese año, el autor de Viene a esta tierra un barquito, lloró desconsoladamente frente a Antonio Martín porque pensaba que el público lo odiaba y que había llegado el momento de retirarse. Pónganse en situación: en semifinales, Capricho Andaluz había pegado tal pelotazo que la comparsa del Puerto, Los esclavos de Egipto, que apareció justo después se llevó todo el chaparrón. El público quería más y entonces era común que la agrupación no se retirase hasta que el respetable quisiese. Algo así ocurrió el día de la Gran Final en el Falla con la comparsa de Paco Alba. Acababa de cantar la comparsa de Antonio Martín y, enfervorecido, las personas allí presentes querían más. Bajaron las cortinas y cuando se volvieron a abrir no estaba Capricho Andaluz si no Estampas Goyescas y, claro, se lió. 



Con este primer premio en el bolsillo, Martín vuelve a preparar otra comparsa que se llamará Los rumberos, otro de esos tipos señeros que tanto le gustan al coplero. Y conseguiría de nuevo el máximo galardón. El mismo año, el autor logrará una gesta espectacular: ganar también el primer premio en comparsa provincial con Los Camarones de la Isla. Al año siguiente continuará con este grupo de la provincial, y participará en provinciales con Los buenaventura (1975).

Volverá a Cádiz con grupo nuevo, creado, eso sí, en El Gavilán, sitio de reunión, como ya hemos dicho, de componentes y autores del Carnaval gaditano. Serán en 1976 España y Olé, una comparsa al gusto de la moda de entonces y con la que consiguió un segundo premio:



En 1977, Martín se vuelve un guerrillero de las coplas, pasión que le durará hasta que se retira en este año, y es que parece que una conciencia social se le ha despertado (quizás fuese porque había entrado al sindicato en su trabajo de aquella época). Este primer premio, muy recordado, llevará en su repertorio diferentes ritmos latinos que realizarán con instrumentos típicos de aquellas zonas. Fueron Los Mandingos:



¿Recapitulamos? Once agrupaciones y ya sumaba cinco primeros premios (y uno provincial) además de no bajar nunca del podio. ¿Creen que esto no es motivo para dedicarle una serie de especiales? Pues ya saben ustedes la respuesta. Pero no se preocupen, que la semana que viene continuamos con la obra de don Antonio Martín, el coplero más laureado del Concurso del Falla.  


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